Mohamed Chakor, la estela que se nos fue.

Mohamed Chakor, la estela que se nos fue.
                                               
                                                          Por: Ahmed Mohamed Mgara

Tal vez no sea este el momento adecuado para que yo pueda hablar de Mohamed Chakor, el humilde icono del hispanismo marroquí, el eterno defensor del humanismo hispano marroquí, el vigente hombre de paz y de amor que nunca dejó de extender llamadas al sufismo moral y a la moral popular.

Los que hemos compartido experiencias con Chakor, el amigo, el intelectual, el periodista, el hombre,… sabemos que hemos perdido a una persona que poseía una personalidad exclusiva, poco común. Peculiar en sus dádivas intelectuales, un pensador desde las entrañas que le podían caber en el alma. Un hombre con un sinfín de valores y de esencias.
Hace poco estuve con él en su casa de Madrid, con la enfermedad visible en su cuerpo. Pero vi que estaba “bien amparado” por esa gran mujer que se olvidó de sí misma para cuidar  a su entrañable Chakor. Llegué a su casa hacia las seis y media de la tarde y, Amparo, el ángel de la guarda de Chakor, me colocó en la situación de salud de Chakor antes de invitarme a pasar. Al cabo de algún tiempo me quise retirar para dejar que el amigo Chakor descansara pero él no dejaba de decir y repetir: “No te vayas aún, deja que disfrute de ti y de Tetuán”.
Pero Chakor nunca deseó estar en ningún paraninfo, ni resaltar en un estrado, ni encaramarse sobre un púlpito, ni pensar en recibir metales de reconocimiento predestinados al óxido y al olvido. A Chakor le bastaba con tener la mano tendida a quien la pudiera necesitar, le bastaba ser camino para quienes pretendían emprender en la cultura del amor y de la paz, le era suficiente estar a disposición de los demás… sin esperar, nunca, nada a cambio.
Chakor se fue a mejor vida peo nos deja un ejemplo de lo que debe ser “una persona”. Nos deja cierta luz que brota de los eclipses, nos deja las olas de la mar que le dan su blanco a las burbujas y el azul a la mar, nos deja un hueco –muy vacío- que suele dejar un amigo de grandes vuelos.

Descanse en Paz, el alma noble de hombre noble.

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