EL JARDIN DE LOS ENAMORADOS
Dedicado a Mohamed Chakor. Estando a solas conmigo mismo y buscando mi ser, me hallé, de repente, entre enrejados matorrales y enredadas ramas. Soñé que empezaba a despertar. La timidez de los rayos del alba invitaba a soñar aún envuelta en un frescor púrpura que - poco a mucho - se acercaba a la mar en fulminantes e inciertos pasos. La ciudad dormía aún mientras se revolvía entre las espinadas sábanas de la desesperanza en su lecho de orgullo y nostalgias. Aún dormía mi ciudad, embriagada de jazmines y de damas de noche; los gallos exornaban el silencio con su oración…y la última cena aún no se había acabado. La ciudad dormía, y yo, más dormido que despierto, paseaba mi soledad herida por el desamor del Jardín de los Enamorados. Aquel jardín, antaño amuleto de idilios y arco de Cupido, era todo un templo de sensuales sensibilidades; en él, el tiempo corría con la velocidad de la gacela que lo ...