Moufid Atimou, el poeta de los bellos versos
las horas
Despiadadas corren las horas
cuándo las maltratas soñando con otras.
Andando despiadadas las horas,
te entorpecen la marcha,
retaradan tus pasos hacia el hoy.
Déjame mirar hacia ese tibio rincón,
donde el tiempo ya se paró; ya terminó,
ya marcando su reloj la misma hora,
el último minuto vivo del pasado.
Déjame preguntar a los algarrobos,
a los castaños, a los pinos,
cuándo contemplaron por primera vez el mar.
¿Cómo era el sol que los veía crecer?
y ¿ quién estuvo allí sentado, cansado, en sus sombras?
Despiadadas corren las horas
cuándo las maltratas soñando con otras.
Déjame restaurar ese retrato,
mirar en él a aquel hombre que no conocí;
déjame verlo joven, niño que juega con un reloj,
en un tibio rincón.
Moufid ATimou
Despiadadas corren las horas
cuándo las maltratas soñando con otras.
Andando despiadadas las horas,
te entorpecen la marcha,
retaradan tus pasos hacia el hoy.
Déjame mirar hacia ese tibio rincón,
donde el tiempo ya se paró; ya terminó,
ya marcando su reloj la misma hora,
el último minuto vivo del pasado.
Déjame preguntar a los algarrobos,
a los castaños, a los pinos,
cuándo contemplaron por primera vez el mar.
¿Cómo era el sol que los veía crecer?
y ¿ quién estuvo allí sentado, cansado, en sus sombras?
Despiadadas corren las horas
cuándo las maltratas soñando con otras.
Déjame restaurar ese retrato,
mirar en él a aquel hombre que no conocí;
déjame verlo joven, niño que juega con un reloj,
en un tibio rincón.
Moufid ATimou
Comentarios