Soledad Gibert y Abdellah Djibilou


UN HOMENAJE Y UN RECUERDO PARA DOS

INTELECTUALES UNIVERSITARIOS DE CALIDAD:

Soledad Gibert y Abdellah Djbilou.



Por: Rodolfo Gil Benumeya Grimau

Pretendo con este escrito ofrecer un pequeño homenaje, fuera del ámbito de las universidades, a dos universitarios de excepción, española y marroquí, ambos pertenecientes al amplio, curioso y eficaz campo del arabismo y del hispanismo interunidos que ha ido afianzándose en estas últimas décadas. Ambos se nos han ido, y ambos nos han dejado cariño, respeto, huella interna como personas, como maestros y compañeros.
Soledad, en palabras de la catedrática María Jesús Rubiera, “fue la última discípula directa en literatura andalusí de Emilio García Gómez y al menos en la Complutense, enseñó algo más que el árabe de primero (Posiblemente también en Barcelona). Ella nos enseñó- a muchas generaciones- con Elías Terés, Literatura Árabe, y también paleografía y lo que puede resultar más sorprendente para algunos, árabe andalusí. Fue una excelente profesora e investigadora, además de una extraordinaria persona. Me honro ser una de sus discípulas” . “…Agradecida por todo lo que me dio y contenta de haberla conocido –dice Mª. Victoria Aguilar- Me enseñó a leer árabe, con el cuento de la babucha de la mala suerte[1]. ¡Eran unos tiempos aquéllos! Aunque no recibió ningún doctorado honoris causa, dejó una huella imborrable en muchos de nosotros. Su generosidad, su sonrisa, su dulzura, su profesionalidad y sencillez a la vez seguirán vivos”.

He traído estas dos opiniones como una muestra. Creo con toda sinceridad y convicción que esto es lo que pensamos, de ella, de su personalidad y magisterio, todos los que fuimos sus alumnos y sus discípulos; que, en definitiva, todos –españoles, árabes y de otras procedencias- somos discípulos de su buen hacer, de su buen estar y bello talante.
Tradujo e introdujo el Diwan de Ibn Jatima de Almería: (poesía arábigoandaluza del siglo XIV), junto con otros estudios sobre la poesía andalusí siguiendo el camino de García Gómez, Fue una colaboradora asidua y minuciosa de la revista Al Andalus y compartió su vida con el historiador, también arabista y académico Joaquín Vallvé, ligado por su parte a la labor de intercambio cultural e hispanista en el mundo árabe. La labor docente de Soledad Gibert Fenech, su ejemplo vital, sus conocimientos, su trabajo de investigación son una herencia de buena intelectualidad y del mejor diálogo con el mundo árabe y musulmán, que conviene conocer.
Es en este mejor de los diálogos y en el buen hacer intelectual donde está Abdellah Djbilou, que también nos ha dejado con incredulidad y pena, con un recuerdo agridulce e igualmente con el ejemplo de su tesón, su sencillez y su bondad. Su inteligencia siempre atenta. Su conducta. Djbilou ha sido un catedrático marroquí, originario de los alrededores de Tánger, al que tuve la fortuna de conocer y enseñar en su etapa de alumno en la Universidad de Rabat, y de tratar de modo asiduo en sus fases de doctorando en la Universidad Autónoma de Madrid –durante la cual colaboró conmigo en una obra- de Profesor en la Universidad de Marrakech, de catedrático y Vicerrector en la Universidad de Tetuán, y por último en Tánger. Estuvo unos años enseñando en las universidades saudíes. Ha sido un excelente hispanista que ha prodigado su maestría un poco por todas partes.
Como ensayista marroquí dentro del hispanismo árabe está en la primera fila de los autores magrebíes de expresión española, realidad literaria y cultural que ha tomado entidad en los últimos veintitantos años, con un excelente idioma y un análisis intenso de los temas; una buena traducción de los textos si los hay. Ha trabajado en la temática. árabe en las letras hispánicas, las ‘miradas desde la otra orilla’, los aspectos del mundo musulmán en el Quijote de Cervantes, incluso en la literatura saudí…
Pero ha sido mucho más. Ha sido, como lo fue Soledad en su campo, una persona de diálogo, de comprensión y de atención; un intelectual “hispanoárabe” de rigor, que crea referencia no sólo por sus escritos sino por su sola presencia activa en esta sociedad nuestra, mixta, familiar e intercambiable al sur y al norte del Mediterráneo.
Esperemos que, a tenor de sus ejemplos, sigan surgiendo y trabajando otros muchos más -aunque no es fácil- que los necesitamos y no solamente en el terreno de las letras sino en el de las ideas, la visión clara de las sociedades humanas y la buena adaptación al orbe global en el que hemos entrado.
[1] Un cuento de Ğehá, de las Crestomatías de árabe que durante tantos años se usaron en la Universidad Complutense para el primer aprendizaje del idioma.

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