MALAGA E IRAQ

IRAQ, MÁLAGA Y UN DOLOR MÁS.
Relato muy corto.
Por/ Ahmed Mohamed Mgara

Talal era un joven iraquí que estudiaba económicas o empresariales en Málaga y su amiga Caroline era escocesa y estudiaba Idiomas. Con los dos coincidí en un curso acelerado de "Esperanto" en la Facultad de Filosofía y Letras de la ciudad del Cenachero, a finales de la década de los años setenta. Talal y Caroline eran novios y estaban unidos por más de un sentimiento de amor. Me daba la impresión que eran la misma persona.
Después de cada sesión del curso salíamos de la Facultad y nos dirigíamos a Chinitas para sentarnos en alguna bodega o cafetería un rato de diálogo y de convivencia que, muchas veces se alargaba a horas de charla y buena tertulia.
Algunas veces, Caroline se iba antes que nosotros para recibir las llamadas telefónicas de sus padres, momentos que Talal y yo aprovechábamos para hablar en árabe de temas más concretos que Caroline nunca hubiera podido entender y, menos aún, según los interpretábamos nosotros.
Mi amigos Talal y Caroline y yo llegamos a crear un grupito de amigos muy peculiar. Los ratos libres los dedicábamos a descubrir, cada uno, el pensamiento de los otros dos compañeros y, curiosamente, entre los tres conseguíamos cada noche despedirnos tras haber hallado resultados óptimos para resolver los problemas de la época en todo el mundo.
En aquella época, Iraq poseía un auge considerable en la cultura dentro de los países árabes. Allí se hallaban las mejores imprentas y las más grandiosas publicaciones periódicas nos llegaban de allí como principal fuente tras la casi paralización de las imprentas y editoras libanesas. Para los intelectuales del mundo árabe Iraq era la principal fuente de libros y publicaciones tanto en cantidad como en calidad, avalada por los cinco milenios de historia viva u omnipresente. Caroline nos decía que: "Murió Manolete, pero Hamorabi sigue presente…"
En una bodega de Chinitas trabajaba de camarero un chaval "rosa mariposa" muy gracioso que, cuando nos veía asomar por su establecimiento decía a sus compañeros con una gracia desmesurada:" Ya están aquí los peques…un vasito de leche templá pa ca uno y argo de comé que no tenga jalufo". Ni Talal ni yo bebíamos bebidas alcohólicas y Caroline, comprensivamente con su novio, acabó siguiendo su norma, lo que me hacía admirar cada vez más a esa joven británica de Escocia.
Talal tenía una perspectiva de futuro muy esperanzadora. Una vez me dijo que el mundo les pertenecía a los jóvenes que eran quienes debían cuidarlo y dirigir sus destinos y que los viejos, como Tito, Burguiba o Castro estaban fuera de circulación. Mientras que el mundo evoluciona ellos seguían aferrados a "sus glorias". Tenía, mi amigo Talal un amor incondicional al mundo árabe hasta el punto de que, en el piso donde vivía, había colgados varios motivos de distintos países árabes así algunos cuadros con fotografías de algunos líderes árabes. Una de esas fotos era del rey Faisal de Iraq con Franco. Mi amigo me regaló esa fotografía que aún conservo con una nota en el reverso escrita a lápiz: "Franco y Faisal en el desfile de la Victoria de mayo del 56 en Madrid".
También tenía junto al Corán un libro de poesía iraquí publicado por el Instituto Hispanoárabe de Cultura y otro poemario editado en Iraq de poetas iraquíes en árabe.
Después de acabada la guerra civil, España se quedó desmembrada y arrinconada, los países occidentales le negaron el reconocimiento y pararon sus ayudas y colaboraciones. Y fue el mundo árabe quien se solidarizó con el Estado y con el Pueblo españoles para sacarlos del aislamiento al que estaban sometidos. Las ayudas y los créditos ayudaban en buena parte al resurgimiento de la nueva España que, décadas después, devuelve esos favores al país que más la ayudó con apoyos logísticos a unos locos que están llevando a la deriva a la dignidad humana.
No sé donde estará mi amigo Talal aunque, tal vez, habrá recordado esa fotografía que me dio hace unos cinco lustros cuando creía en la amistad hispano-iraquiana mientras su país, el glorioso Iraq, regalaba petroleros llenos de crudos a España para ayudarla a superar la crisis energética.
Lo último que supe de Talal y de Caroline era que tenían dos niños y una niña y que eran profesores universitarios en Iraq y eso fue poco antes del salvaje ataque del 91. No sé si vivirán o no, pero me consta que el espíritu combativo por la dignidad nunca desaparecerá de aquella sagrada tierra que fue bendecida por la Divinidad.

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