Inés Guzmán habla de Paloma
PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ
ACERCANDO ORILLAS
Dicen que Juana de Arco oía unas voces, pero no sabemos que le decían. En todo caso parece ser que esas voces la llevaron a la guerra, a la lucha, y finalmente a la hoguera.
Los poetas oímos voces, pero esas voces nos inducen a escribir y encontrar precisamente la paz interior. Los versos fluyen acallando las voces a las que a veces hay que alentar a que sigan hablándonos al oído y que apaguen la hoguera y el ansia que nos ayuda a enfocar y encauzar esas frases, esas ideas y ser transformadas en poemas.
Yo creo que Paloma, Paloma Fernández Gomá (de la que ha mucho que oí hablar de ella por todo el Campo de Gibraltar) también le hablan unas voces, a veces gemidos que llegan de otro lugar, desde la otra orilla, cabalgando en las olas y en el aire, prendida en las mareas que se funden en la historia de los tiempos.
Por el haz de las sombras que una vez dejo el mar de erizados lentiscos, le llegaron susurros a Paloma, con aromas de sándalo y jengibre, con solsticios de luna, con cántaros de barro y alhucema, por los lagos de dunas, por el añil, la muda sumisión y el naufragio de espuma.
Acercar las orillas, acercar sentimientos, anhelos, ilusiones, memorias, culturas. Es justo lo que Paloma desde la suya, su orilla, la orilla de sus poemas, como el ojo del faro ilumina sin límite, y su verso, húmedo de sales, navega a la deriva con escoltas marinas, gaviotas a ciegas tras la imagen de nadie.
Pero Paloma extiende sus brazos como alas y lanza las palabras de sus versos y un puente lanza entre las dos orillas, imposible y perpetuo.
Inés María Guzmán
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