Las dos Granadas
Por Ahmed Mgara
del libro "Réquiem en Tetuán"
De
granulada cal se cubrió el espejo en que
Granada se quiso mirar.
De sus ojos manaban lágrimas que en las
Alpujarras regaban las soledades lejanas, y el sol, al aparecer tras las
tímidas nubes, le guiñó el ojo a la almidonada mejilla de Granada que, cansada,
estaba postrándose sobre el lecho del Dersa.
La
veleta de mis suspiros buscaba una desperdigada estrella polar mientras anidaba
en su oxidada mocedad el serrano viento que quería dejar de soplar.
Las
miradas encendidas de Tetuán me invitaban a buscar en mis sueños una rima
floral…y en mi pecho, la herida de los
siglos hería mis sueños y mis sinos sin piedad.
Granada,
mi amada del alma, préstame un sueño para edificar en mi mente tus murallas de
mirto; dame de tu brisa un ramillete de nostalgias para embalsamar el llanto de
mis prosas.
Clava
en mí, Granada, el frío de tus recuerdos mágicos y deja que mis llantos lleguen
por su senda al yugo con el que martirizas mi ilusa esperanza.
Heme
aquí con mil juncos desbordados de besos y que navegan en la mar de mis
versos…envuelto por tu silencio.
Por
haberte amado junto a mi Darro, Granada, me doy por pagado.
No quiero más de
tus encantos pues, con quererte, mis venas se tornan cantos.
En mis
sueños dos Granadas vi: La serrana que grita y la que a resucitar empieza.
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